Una vez situado el papel y la plancha sobre la superficie del tórculo, los cubrimos con las mantillas, en mi caso empleo dos mantillas, una fina y otra de mayor grosor por encima. Debemos estirarlas cuidadosamente, y después pasar la mano sobre la superficie de las mantillas, para asegurar que no nos quedan arrugas (esto podría romper las mantillas, mover el grabado o cualquier otra desgracia que no nos conviene).
Ajustaremos la presión del tórculo, dependiendo del grosor de la plancha y del tipo de grabado, o del resultado que queramos obtener.
Una vez hecho esto, estaremos listos, giramos la manivela, de manera que pasamos la plancha y el papel entre dos rodillos que darán una fuerte presión, logrando así que la tinta pase al papel, y obteniendo el grabado. Debemos hacerlo de manera continua, sin detenernos y no demasiado rápido.
Tras el paso por el tórculo, levantamos las mantillas y retiramos el papel de la plancha, con cuidado. Este momento es el mejor de todo el proceso, tiene un gran misterio, y al levantar el papel veremos si nuestro trabajo dió o no un buen resultado.
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