
Hemos sufrido un durísimo golpe en el taller de Mario Marini hace pocos días, la muerte de uno de sus componentes Mariano Oyarzabal. Hemos perdido una persona excepcional, un buen amigo y un artista de envergadura.
A veces le costaba empezar o decidirse con obras nuevas, pero cuando por fín encontraba el camino (muchas veces bajo la atenta guía de Mario), nos mostraba un mundo muy rico, un mundo a veces abstracto, a veces más figurativo, a veces una mezcla de ambos, pero fuera cual fuera el tema siempre nos sorprendía, nos impactaba y nos emocionaba con su trabajo.
Personalmente he tenido el enorme placer de conocer a Mariano y de trabajar a su lado en el taller de Mario Marini durante algo más de un año, y desde el primer día me pareció una gran persona, muy cariñoso con toda la gente del taller, muy pendiente de todos y siempre dispuesto a echar una mano a cualquiera aún cuando no se lo pidieran.
Me siento enormemente apenado, siempre que Mariano no estaba en el taller de Mario, fuese por la razón que fuese, me faltaba algo, una palabra amable, un gesto o una gran exlcamación cuando cualquier persona del taller terminaba o estampaba una obra, siempre palabras de ánimo, expresando de diferentes formas por parte de Mariano, qué gran obra acababa de realizar dicha persona.
Me ha impactado enormemente su muerte repentina, cuando el lunes pasado estuve con él en el taller, y aún cuando no tenía uno de sus mejores días, seguía teniendo palabras amables o ayudando en lo posible en el taller.
Ha sido una de esas raras personas con las que he conectado desde el día que le conocí, para mi un enorme ejemplo de humanidad, de sensibilidad y en general, de amistad.
Sin duda alguna, te echaré de menos Mariano, ya te echo de menos.